Los visitantes extranjeros no necesitan mucho tiempo en Serbia para descubrir la hospitalidad, la bondad, la franqueza y la calidez de los habitantes del país.
Dar la mano con la mano derecha es habitual cuando se entra en cualquier reunión de cualquier género. Besar no es una obligación cuando se conoce a alguien por primera vez, pero cada vez que se encuentre a esa persona a partir de entonces, si existe afecto, se la puede besar tres veces en las mejillas, lo que es bastante habitual en Serbia. Por supuesto, nadie se opondrá si sólo es uno o dos besos, o un largo y sincero abrazo.
En Serbia, los brindis se hacen generalmente con rakija tradicional (brandy), a menudo destilada en las casas. Los brindis son realizados con vasos tintineando, haciendo contacto visual directo con los ojos y diciendo a viva voz “¡Živeli!” Los discursos se hacen por lo general sólo en ocasiones formales, normalmente por el anfitrión, aunque un huésped lo puede hacer también.
Los serbios saben disfrutar de la comida suculenta y sabrosa y, normalmente, hacen tres comidas al día, pero el almuerzo es la más importante.
“Pagar la cuenta” en los restaurantes es parte de la mentalidad serbia. El anfitrión casi nunca permite que un invitado pague el almuerzo, cena o bebidas, ya que es costumbre que el anfitrión se haga cargo de todos los gastos, mientras el huésped se queda con él o con ella.
A diferencia del resto de Europa, no hay día de la semana en Serbia que no se pueda salir de noche y esto vale para todas las generaciones, para todos los estilos de vida y gustos musicales y para todos los presupuestos. Después de una noche loca, en cualquier lugar en torno a las tres o cuatro de la mañana la gente sigue adelante en busca de carne a la parrilla oburek.