La hospitalidad natural, espontánea y honesta, y la calidez de los anfitriones son los elementos clave de la atmósfera, cuando se aloje en un pueblo serbio. Un turista no se hace sentir como un extraño en cualquier pueblo de Serbia, él o ella serán aceptados por el anfitrión como un pariente cercano y un huésped querido al que se procurará satisfacer todos sus deseos. En cada esquina encontrará calidez, sonrisas, consideración y afecto para el turista, algo que es difícil de encontrar en otros países.
Las aldeas serbias son un oasis ecológico, libre de la contaminación de la civilización moderna, con un clima suave, aire limpio y alimentos saludables. Los ingredientes que los anfitriones utilizan para preparar la comida de forma tradicional y saludable provienen de sus propios huertos, y el turista puede estar seguro de que los vegetales y los animales son cultivados y criados de forma natural.
Los olores, sonidos y sabores de un pueblo son los que los hacen más especiales, más hermosos y más agradables respecto a la ciudad. Desde la Vojvodina, en el norte, a través de las regiones occidental, central y oriental, hasta el sur de Serbia, los comportamientos individuales varían, pero el ritmo de vida de los pueblos de toda Serbia es el ritmo de la naturaleza: el ir y venir de las estaciones del año, la transición de un día de trabajo a una noche de descanso, el orden natural de las cosas y de las personas.